19 de julio de 2011




GUKA MICRORRELATOS 2011 - LOS PREMIADOS

Resultado de 306 trabajos presentados:
1er. Premio: Marcos Silber - 2do. Premio: Rodrigo Moral
3er. Premio: Mónica Angelino - Mención de Honor: Ricardo Lewitan
Mención de Honor: Gloria Arcuschin - Mención Especial: Estefanía Ledesma

"Tal vez no se escribe porque pasan cosas, sino para que las cosas empiecen a pasar.
El minicuento: un modo de relato que permite la utilización de los numerosos recursos de otras disciplinas literarias; bajo su techo conviven el absurdo, la sentencia, lo contestatario, la fábula, lo biográfico, el ensayo, el catálogo de “hágalo usted mismo”, la alegoría, los pareceres, el humor y lo bíblico sobre todo.
En Latinoamérica el género del cuento breve prendió entrañablemente en el siglo XX conquistando incondicionales amantes de su envase y contenido, investigadores y coleccionistas de su rico abecedario, fanáticos que le rinden culto todos los días en los templos del lenguaje.
Los iniciadores en la Argentina fueron probablemente Borges y Bioy Casares; en México, Julio Torri: en Venezuela, Armas Alfonzo; en Cuba, Virgilio Piñera; pero sin duda fue el guatemalteco Augusto Monterroso el que atrajo la atención sobre este tipo de narración breve y colaboró a que se afirmara y multiplicara su presencia con su conocida composición: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”, considerada como el correveidile más breve de la literatura universal.
Sin impacto, no hay cuento breve, siempre es una seguidilla de golpes impensados que nos dejan groggy, hacen que nos pongamos en guardia para llegar lúcidos al próximo round y cada historia es un cigarrillo que se prende con el pucho de otro que se está por apagar. Procesión colorida, iluminada de ciudad, vicio, adicción o adopción de imágenes, el escritor sabe que va a terminar como el esclavo dentro de la pirámide que está edificando para otro. Un relato breve es un lugar bueno para morir -dice- excéntricos, raros, llenos de escondrijos, de infinitas puntas suspendidas en un clímax rancio que como el vino o el alimento con el tiempo toma un sabor y olor más fuertes mejorándose o echándose a perder.
Todo cabe en ese agujero que el escritor nos quiere vender por unas pocas monedas -como en el tronco de un baobab, en el que entran cien personas paradas, según cuentan-. Un relato breve casi no ocupa lugar, aparece de la nada, dice lo que tiene que decir y continúa dejando el escenario del crimen envuelto de sospechas. ¿Cuál es la fórmula mágica? No se sabe. Hechos a la medida de las circunstancias, algunos acaban apenas empiezan; otros, incómodos y de mala gana dan la vueltita a la página para soltar su remate o su aullido."

Carlos Kuraiem



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